En varias expediciones realizadas en la laguna de Melincué, al sur de Santa Fe, investigadores de la Universidad Nacional de Rosario hallaron restos arqueológicos.

Un equipo de antropólogos e ingenieros de la UNR encontraron restos óseos de 2000 años de antigüedad junto a elementos culturales de pueblos originarios además de estructuras de un fuerte virreinal y su capilla de 1776 en la laguna de Melincué.

Los hallazgos surgieron de varias expediciones realizadas por el Centro de Estudios Interdisciplinarios en Antropología de la Facultad de Humanidades y Artes, junto al Área de Antropología y Paleontología del Museo Provincial de Ciencias Naturales Angel Gallardo, la Cátedra de Topografía de la Facultad Ciencias Exactas, el Centro de Investigación Científica y de Transferencia Tecnológica a la Producción del Conicet de Diamante, Entre Ríos y la colaboración de las comunas, vecinos y representantes de pueblos originarios de Melincué, Elortondo y Labordeboy.

“Muchos sitios arqueológicos se sitúan en los márgenes de los ambientes lagunares y con la bajada de la laguna de Melincué, empezaron a visibilizarse”, explica el arqueólogo Juan David Avila.

En las excavaciones de este año descubrieron restos óseos humanos de 2000 años de antigüedad. Esta medición surgió de estudios realizados por el Laboratorio de Análisis de Tritio y Radiocarbono de la Universidad Nacional de La Plata. Allí extraen el colágeno de los restos orgánicos, particularmente de los huesos, para obtener el fechado. Los investigadores creen que puede haber restos más antiguos aún porque toman como referencia los hallazgos de 9000 años de antigüedad en la laguna El Doce, muy cerca de Venado Tuerto, en 2010.

También hallaron restos de un eutatus sp, una variedad de armadillo gigante que llegó hasta los 5000 años y se extinguió. Y una serie de elementos como un escondrijo que es un reservorio de materia prima lítica para confeccionar instrumentos de piedra. Además encontraron restos de ajuar funerario de un individuo con unos pendientes hechos sobre bivalvo, una  especie de molusco.  

En los primeros trabajos de campo visibilizaron la estructura de un fuerte, un rectángulo de 16 metros por 8, con paredes de un metro de  ladrillones jesuíticos y un piso. Al cruzar estos hallazgos con datos históricos, los investigadores concluyeron que este fue parte de una línea de fortines hacia Mendoza y Córdoba que se formaron con la división del Virreinato del Río de la Plata y el Alto Perú. Asimismo comprobaron que la ciudad de Santa Fe había enviado materialidad para construir un fuerte y una iglesia y Buenos Aires, ejércitos y un cura franciscano para empezar a poblar el lugar.

Recuperar la historia

Avila cuenta que en los últimos años se dieron las condiciones ambientales para realizar estas campañas porque bajó la laguna de Melincué y llegó a estar con la misma cantidad de agua que en la década del 20. Y destaca que con estos hallazgos se están abriendo varias ventanas al pasado.

En el mismo lugar donde apareció el fuerte, en la década del 60, antes de la gran inundación en Melincué, hubo tres balnearios, uno del club atlético Elortondo, otro del club Peñarol y el clásico del Hotel Melincué. Allí estaban las casitas, el club, un círculo de baile.

Esto permite “pensar la historia como proceso y no como fragmento”. Y explica que allí habitaron los pueblos originarios, los inmigrantes de finales del siglo XIX que se asentaron cuando era “San Urbano” antes de llamarse Melincué y las poblaciones hispano criollas que se configuraron en ese lugar.

“La laguna abre ventanas del pasado que nos permiten ir viendo esos procesos de construcción de la historia”, dice y considera que estos ambientes lagunares son lugares de memoria y presencia de los pueblos originarios. Muchos de sus descendientes continúan viviendo allí.

De hecho las comunidades originarias mocoví, querandí y ranqueles participaron de estas expediciones. Antes de empezar las excavaciones, los arqueólogos pidieron permiso y por respeto a lo que van encontrando, especialmente restos humanos, hacen una ceremonia en la laguna. “Queremos que participen todas las comunidades en la construcción de la memoria histórica”, sostiene Avila.

Existen distintas versiones sobre el origen del nombre de la laguna de Melincué. Algunos creen que es guaraní, otros mapuche o querandí. Lo que les llama la atención a los arqueólogos es que hubo ocupaciones de los pueblos originarios muy tardías ahí.

Durante mucho tiempo se consideró que la población argentina estaba constituida fundamentalmente por descendientes de europeos y que desde las “campañas del desierto”, la de Rosas y la de Roca, la población étnica originaria había desaparecido.

Pero lo cierto es que, de acuerdo a un estudio realizado por el Servicio de Huellas Digitales Genéticas de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, hay un 60 por ciento de la población argentina que tiene componentes genéticos amerindios, de los pueblos nativos. “Somos mucho más latinoamericanos de lo que pensamos”, por eso “buscamos recuperar esa otra historia”.

Cabe destacar que el equipo posee una habilitación de la provincia para investigar la zona y esta forma parte de un registro, en el marco de la ley nacional 25.743 sobre protección de los sitios arqueológicos y paleontológicos.

Los materiales que surgen en las excavaciones son rotulados y llevados al Museo Gallardo y al Laboratorio de Arqueología de la Facultad de Humanidades y Artes donde quedan en resguardo. Aunque la idea final es que los Museos o Espacios de Memoria de cada una de las localidades, alberguen este material histórico.

El equipo de UNR está en contacto con otras Universidades e instituciones, como la Universidad de Olavarría o el Instituto Pasteur de París para hacer estudios genéticos, no sólo de poblaciones originarias sino también europeas para saber cómo se fueron dispersando en Sudamérica. También con un instituto alemán están haciendo trabajos de arqueometría específicos.

Los proyectos “Entornos a Melincué. Construcción de pasados y territorialidades desde la Laguna Melincué” e “Investigaciones arqueológicas de grupos cazadores-recolectores holocénicos en los ambientes lagunares del sur de Santa Fe” están dirigidos por el docente e investigador de la UNR Juan David Avila.

Periodista: Victoria Arrabal