La docente e investigadora de la UNR Elsa Raimondi, primera neuróloga de la provincia, ideó un proyecto de eventos espontáneos de música clásica en las calles que sorprende por su originalidad en tiempos difíciles.
Una docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR ideó un proyecto sinfónico para “devolverle la alegría a los rosarinos”. Se trata de “Mielina Flashmob”, una serie de eventos espontáneos de música clásica en la calle que ya tuvo tres presentaciones en la ciudad y promete continuar.
La Doctora Elsa Raimondi, alma mater de esta propuesta, fue la primera neuróloga de la provincia y actualmente está jubilada. Tuvo esta idea después de la pandemia, quería hacer algo para la comunidad “que se pueda disfrutar”. Decidió que fuera sobre música clásica porque esta la acompañó y motivó durante toda su carrera. Estudió Medicina escuchando de fondo las sinfonías de Beethoven que pasaban por Radio Nacional.
Sobre el nombre, explica que “Mielina” es el término científico de la capa que protege los tejidos del sistema nervioso y permite que los mensajes se transmitan con rapidez y sin interrupciones de unas células a otras. En el caso de este proyecto musical, sería una expresión artística que busca producir sensaciones placenteras y dejar atrás las preocupaciones cotidianas, aunque sea por un rato.
El término “Flashmob” traducido del inglés es un acto multitudinario instantáneo. Este tipo de evento corto, espontáneo e innovador en un espacio público, surgió en Estados Unidos a mediados del 2003. Su característica principal es la improvisación y provocar sorpresa en los transeúntes con una música de muy buena calidad. La idea es que la gente que está circulando se vea sorprendida, pare y escuche.
“Las personas que pueden disfrutar la música son más sensibles”, dice Elsa quien admira a Beethoven y lo considera un genio porque desde la tercera sinfonía ya escribió con sordera. “Tenía todo en el cerebro, allí construyó su visión de lo que debía ser una orquesta. A pesar de su incapacidad, pudo crear algo maravilloso que dejó para la posteridad”.
La Dra. advierte que el problema es que para escuchar música clásica hay que ir a un lugar específico como el teatro El Círculo y sólo concurren quienes tienen poder adquisitivo. Uno de los motivos de esta propuesta es justamente que mucha gente pueda acceder libremente a este tipo de música. Y si bien en la Peatonal hay muchos músicos callejeros, estos se dedican a otros géneros más conocidos.
Con ese horizonte, Elsa se contactó con el trompetista de la Orquesta Sinfónica Provincial y del Ensamble Municipal de Vientos Jonatan Bravo. Jonathan viene de una familia de músicos amateur, su abuelo y abuela tocaban el violín y su padre la trompeta. El empezó con este instrumento a los 10 años en un intento de captar la atención de ellos y se enamoró de la trompeta. A los 14 ya sabía que quería tocar en una orquesta sinfónica, era su meta y le llevó años, sudor y lágrimas, muchas lágrimas lograrlo, según confesó. Ingresar a un organismo profesional no es fácil y requiere mucha preparación. En su caso, recién a los 26 accedió por concurso y se convirtió en el primer músico profesional de su familia. Hoy, a los 37 años forma parte de la Orquesta Sinfónica Provincial y desde el año pasado también del Ensamble Municipal de Vientos.
Beethoven, Richard Strauss y Gustav Mahler son sus favoritos por la profundidad de sus composiciones, una música que le resulta significativa porque lo acompañó en situaciones frustrantes cuando no podía vivir de su profesión. Pero las cosas cambiaron, además de lograr la meta que se propuso desde muy chico, ahora también es el productor musical de Mielina Flashmob. Cuando Elsa le explicó que quería regalarle a la gente un momento de alegría y que ella se encargaría de costearlo, Jonathan no lo podía creer y le pareció fabuloso.
El primer paso fue convocar a los músicos amigos de las orquestas en las que participa teniendo en cuenta el profesionalismo y la personalidad de cada uno para conformar un buen grupo de trabajo. El sugirió empezar por algo más chico que una orquesta porque no necesitarían tantas adaptaciones y muchas partituras ya estaban pre armadas en internet.
La primera presentación se hizo el 6 de octubre pasado en Córdoba entre Corrientes y Entre Ríos. Allí un quinteto de vientos y otro de cuerdas interpretaron obras tales como Obertura 1812 de Tchaikovsky, Toreadores de la Ópera Carmen, Viva la Vida de Coldplay y Hava Nagila (alegrémonos en hebreo)
La segunda tuvo lugar en Córdoba entre Mitre y Entre Ríos el 20 de diciembre. En esa oportunidad fueron seis del grupo de vientos y una joven con castañuelas. Interpretaron Obertura 1812, Toreadores de la Ópera Carmen, Chatanuga Choo Choo de Glenn Miller, El Gato Montés y Hava Nagila
La tercera, que se hizo el 23 de marzo de este año, fue la intervención más grande con 18 músicos y se escucharon temas como Bolero de Ravel, Danza Ritual del Fuego de Manuel de Falla, Caballería Ligera de Von Suppé, Tritsch Tratsch de Strauss, Obertura 1812 de Tchaikovsky, Toreadores de la Ópera Carmen de Bizet y Hava Nagila.
En la selección de los temas, combinan ambas miradas. Jonathan tiene preferencias por temas más sofisticados, como muchos de sus colegas, en cambio Elsa, que no es música pero sí una gran oyente, se inclina más por lo popular, lo que gusta, lo que da ganas de aplaudir.
Para Elsa la actitud de la gente en las tres presentaciones fue positiva y una de las claves fue la elección del repertorio “nada solemne sino motivador, incluso para bailar”. La idea es darle continuidad en el tiempo y que sea en distintos lugares abiertos y concurridos, como las peatonales y los parques. “El propósito es levantar un poco el ánimo porque estamos pasando un período negro, sobre todo en Rosario”, dice y considera que no somos sólo inseguridad, narcotráfico y problemas económicos, sino otra cosa.
Saber escuchar
Elsa hizo la secundaria en la Escuela Normal N° 2 donde se graduó de maestra normal nacional. Después estudió Medicina en la UNR y se recibió en 1968. Se especializó en Neurología realizando la concurrencia de cuatro años en la sala 3 del Hospital Centenario.
Recuerda que las pocas mujeres en esta profesión se especializaban en general en pediatría, ginecología o clínica médica. Ella fue la primera neuróloga de la provincia de Santa Fe. Atendió en consultorios particulares, en Pami, en el Centro Unión Dependientes y realizó visitas a domicilio. Además hizo una carrera docente que empezó como Jefe de Trabajos Prácticos, llegó a Titular de la Cátedra de Neurología de la UNR y luego Directora de la carrera de Especialización en Neurología. Fue presidente de la Sociedad de Neurología y Neurocirugía de Rosario y Vicepresidente de la Asociación Argentina de Cefaleas.
Sobre el ejercicio de la medicina afirma que “antes era muy distinto, más artesanal”. La consulta demandaba una hora en la que el médico tenía que revisar y hacer preguntas al paciente. Explica que en Neurología existen varias maniobras semiológicas específicas para llegar, en primer lugar, a un diagnóstico topográfico, es decir ubicar en qué área está la lesión, ya sea en el cerebro, el tronco encefálico, la médula o el cerebelo. “Pero actualmente sólo se hacen tres o cuatro preguntas y se piden los estudios”, lamenta.
Mientras estuvo al frente de la Especialización en Neurología, hasta hace dos años atrás, continuó enseñando de forma tradicional: revisar, llegar al diagnóstico y recién después corroborarlo con los estudios correspondientes. “Cuando no es posible curar, se impone aliviar y además confortar. La contención está íntimamente ligada a la habilidad de comunicar y saber escuchar”, afirma.
Elsa publicó trabajos en revistas científicas nacionales y extranjeras y fue autora del libro “Cefaleas en la práctica clínica” y “Neurología. Afecciones Episódicas” de la editorial Corpus, así como también de algunos capítulos del libro de Alberto Muniagurría y Julio Libman “Semiología Clínica”. Sobre las cefaleas dice que todavía hay mucho por investigar, especialmente sobre los neurotransmisores que están en el cerebro. “Un 15% de las cefaleas femeninas no se pueden combatir. Las causas son genéticas, hormonales, alimenticias, por el estilo de vida”.
También escribió sobre sus viajes al sur y al norte del país en “Relatos viajeros”, editado por Homo Sapiens. Estuvo varias veces en El Chalten donde realizó senderismo y pudo observar sus montañas favoritas: el Fitz Roy y el Cerro Torres. A esto se suma su afición por la fotografía lo que la llevó a participar en varios concursos.
El proyecto musical tiene una cuenta en instagram que administra Ariel Oliveri en la que se publican las presentaciones: @flashmobrosaro.
Periodista: Victoria Arrabal