En estos últimos diez años, la UNR se posicionó en la élite de la programación. Todo comenzó con el sueño de tres estudiantes, que sin saberlo, le abrieron el camino a muchos más.

Durante la última década, la Universidad Nacional de Rosario se consolidó como un faro en el mundo de la programación competitiva. Sus destacadas participaciones en los mundiales del International Collegiate Programming Contest (ICPC) no solo la posicionaron en el plano nacional, sino que también llevaron el nombre de Rosario a los escenarios más prestigiosos del planeta.

La ICPC (International Collegiate Programming Contest) es la competencia de programación universitaria que involucra a las universidades de todo el mundo, y a su vez, la más antigua ya que se viene realizando desde 1970. El año pasado participaron 50000 estudiantes de 3000 diferentes universidades, distribuidos en más de 130 países. 

La historia comenzó en 2015, cuando tres estudiantes decidieron transformar un sueño en realidad: representar a la UNR en un campeonato mundial. Pablo Zimmermann, Mariano Crosetti y Martín Villagra, alumnos de la Licenciatura en Ciencias de la Computación de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura, formaron el recordado equipo “Caloventor en dos”.

Hasta entonces, nunca un grupo de la Provincia de Santa Fe había logrado la clasificación a un Mundial. Con disciplina y una convicción inquebrantable, se reunían semana tras semana para entrenar y pulir sus habilidades. Ese mismo año hicieron historia: consiguieron el pase al Mundial de Marruecos.

Pero llegar no fue suficiente. Era apenas el comienzo. Con más horas de estudio, fines de semana enteros dedicados al entrenamiento y un compromiso total, obtuvieron el primer puesto en la instancia regional, superando a equipos de Argentina, Bolivia, Chile, Perú, Paraguay y Uruguay. El esfuerzo los llevó a un nuevo hito: la clasificación al Mundial en Tailandia, la segunda consecutiva. Lo que parecía una hazaña irrepetible, volvía a ocurrir inmediatamente. 

Crosetti, Zimmermann, y Villagra, los primeros en clasificar a la UNR al Mundial de ICPC.

Allí alcanzaron un resultado histórico al quedarse con el primer lugar entre los 17 equipos latinoamericanos y el puesto 32 entre los 128 mejores del mundo, quedando por encima de las delegaciones de Stanford y Berkeley, consideradas entre las 10 mejores universidades del mundo.

“Estábamos bastante solos porque fue algo pionero en el ámbito local. Nunca había clasificado un equipo de Rosario, y después pudimos salir campeones latinoamericanos, que exceptuando a la UBA, ninguna otra universidad del país lo había logrado hasta el momento”, recordó Mariano Crosetti. Y añadió: “Había veces que teníamos que traducir textos en ruso para poder progresar en los entrenamientos. Tuvimos el empuje de los profesores, pero al no haber antecedentes, no sabíamos si lo que hacíamos estaba bien o no”.

El secreto del éxito estuvo en la entrega total. Como contó Pablo Zimmermann: “En lugar de ir al parque a tomar mate, los sábados estábamos ocho horas haciendo simulaciones y practicando”.

Los tres integrantes del histórico equipo comparten un origen común: son egresados del Instituto Politécnico Superior. Desde muy jóvenes sintieron una fuerte inclinación por la computación y las matemáticas, pasiones que los llevaron a destacarse en competencias nacionales e internacionales. Durante su paso por el ciclo preuniversitario ya representaban a la Universidad en las Olimpiadas Matemáticas, un recorrido que anticipaba el camino de excelencia que luego marcarían en la programación competitiva.

Esa pasión y determinación no solo llevaron a un grupo de jóvenes al Mundial, sino que también abrieron el camino para que la UNR sea reconocida hoy como una institución referente en el campo de la programación a nivel internacional.

Existe una regla en el circuito que limita la participación de los estudiantes a dos ediciones del Mundial. Por eso, una vez cumplido su ciclo, los tres integrantes de “Caloventor en dos” se retiraron de la competencia para convertirse en entrenadores y guías de las nuevas generaciones.

Y la posta fue recogida con creces. Otros equipos siguieron dejando la vara alta: Maximiliano Redigonda, Iván Díaz y Brian Morris compitieron en los Mundiales de 2017 y 2019; mientras que Margarita Capretto, Fernando Fiori y Emilio López lo hicieron en 2018. Tras algunos años de ausencia, en parte marcados por la pandemia de covid-19, la UNR regresó al plano internacional con Federico Bersano, Franco De Rico y Sebastián Mestre, presentes en 2023 y 2024. Este año, el turno fue de Julián Cabrera, Matías Raimundez y Francesco Mozzatti, quienes representaron a la institución en Bakú, Azerbaiyán, del 31 de agosto al 5 de septiembre.

En estos años, la UNR ha competido y superado a otros equipos importantes de la región, cumpliendo un destacado papel en la máxima competencia, como lo son el caso de la Universidad Nacional de Córdoba y la Universidad Nacional de Buenos Aires quienes tienen una larga historia en esta disciplina y que cuentan con una importante estructura de entrenamiento. Sin embargo, la UNR ha logrado sumarse al lote de los candidatos a base de muy buenas actuaciones que lo catapultaron a ser un rival difícil de vencer.

En total, la UNR clasificó ocho veces al Mundial en la última década: de 2015 a 2019 de manera consecutiva y en los últimos tres años con presencia en Egipto 2023, Kazajistán 2024 y Azerbaiyán 2025. “No es coincidencia que la Universidad acceda a esta instancia en ocho ocasiones en los últimos diez años, habla de un trabajo realizado. Antes se creía imposible clasificar, tan es así que en una oportunidad durante un training camp nos dijeron que era imposible superar a la Universidad Nacional de Buenos Aires y a la de Córdoba. Y hoy nuestros equipos tienen protagonismo en la región, por lo que el crecimiento es más que notorio”, argumentó Crosetti.

Así, lo que empezó como el sueño de tres estudiantes se transformó en un legado que sigue inspirando. La UNR ya no es una sorpresa en el circuito: es un referente que pisa fuerte en el escenario internacional, mostrando que desde Rosario también tiene su lugar en la élite mundial de la programación.

Invirtiendo a futuro

Con la mirada puesta en el futuro, la Universidad Nacional de Rosario puso en marcha en 2022 un ciclo de entrenamientos destinado a preparar a sus estudiantes para las competencias de programación. El objetivo es claro: consolidar conocimientos, fomentar el trabajo en equipo y promover el intercambio de experiencias en un área estratégica para el desarrollo tecnológico.

El docente a cargo de la iniciativa es Mariano Crosetti, uno de los protagonistas de la primera clasificación mundialista de la UNR en 2015. Hoy dedica su tiempo a acompañar a quienes quieran crecer en esta disciplina. “Las clases son abiertas, puede acercarse cualquiera que tenga interés. En 2015 logramos la primera clasificación de la UNR y de la provincia de Santa Fe, y por suerte varios equipos que nos siguieron también lo consiguieron. En los últimos años no se logró repetir, y por eso buscamos volver a los primeros puestos”, señaló.

La propuesta no solo mejora la preparación de los competidores, sino que también apuesta a formar futuros entrenadores. Este diferencial marca la diferencia frente a otras universidades que deben recurrir a profesionales externos, mientras que en Rosario la continuidad del programa genera un fortalecimiento integral que se percibe con el paso del tiempo. “El crecimiento de nuestros estudiantes en este tipo de competencias es una muestra de la calidad de la educación pública y del esfuerzo sostenido de quienes se preparan año tras año”, subrayó Crosetti.

El compromiso se profundizó en 2024, cuando la UNR organizó el Training Camp argentino en la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura. El encuentro reunió a 300 estudiantes de distintas universidades del país y consolidó a Rosario como un polo de referencia en la formación para la programación competitiva.

La experiencia de participar en un Mundial deja huellas que trascienden la competencia. Los integrantes originales de “Caloventor en dos” son un claro ejemplo: Pablo Zimmermann trabaja en la sede de Google en Múnich, Martín Villagra en Meta y Mariano Crosetti en una startup de la reconocida incubadora Y Combinator. “En todos los casos, haber participado en el Mundial fue esencial para nuestro desarrollo profesional”, remarcó Crosetti.

Pero no se trata de un caso aislado. Cada vez más empresas internacionales se interesan en el talento argentino a partir de lo demostrado en los torneos de ICPC. Esto abrió nuevas puertas laborales no solo para quienes llegan al Mundial, sino también para muchos otros estudiantes que forman parte de la comunidad. “Es algo que las compañías valoran y muchas veces resulta determinante. Por ejemplo, Sebastián Mestre y Franco De Rico trabajan hoy en GTS, una firma de High Frequency Trading que es el operador designado más grande de la Bolsa de Nueva York. Antes de tener una comunidad de talento ICPC tan grande, estas oportunidades no existían. Eso demuestra que vamos por el camino correcto”, destacó.

Quienes deseen conocer más sobre las competencias pueden visitar la cuenta oficial de Instagram @icpc.argentina o la web icpc.com.ar/rosario, donde además se encuentra el enlace al grupo de Telegram de la comunidad rosarina, que ya supera los 400 miembros.

Periodista: Gonzalo J. García / Fotógrafa: Camila Casero.