En su paso por San Lorenzo, San Martín se recostó sobre un histórico pino que vivió más de 200 años y hoy es un símbolo para la ciudad.

La primera batalla que tuvo José de San Martín en su largo y extenuante periplo independentista sucedió en San Lorenzo, cuando junto a su recién creado Regimiento de Granaderos a Caballo se enfrentó a los realistas que asolaban las costas del Río Paraná. Ese acontecimiento, que marcaría el inicio de un sendero triunfante para el Padre de la Patria, tuvo un testigo que por muchos años siguió habitando el lugar: un histórico pino piñonero o, como lo indica su nombre científico, un pinus pinea.

Teniendo en cuenta lo que datan distintos archivos históricos, bajo la sombra de ese pino, el cual estaba ubicado en ese entonces en el sector de huerta del Convento San Carlos, el General José de San Martín dictó al teniente Mariano Necochea el parte del combate, comunicando al Gobierno la victoria contra los realistas obtenida en San Lorenzo el 3 de febrero de 1813.

“Se trataba de un pino de la especie Pinus pinea cuyas semillas se encuentran dentro de las típicas piñas de pino, las cuales son  comestibles y utilizadas en guisos y salsas, y para producir harina utilizada en repostería. También se usa como forestal, como árbol ornamental y para extraer resina”, específica Rubén Coniglio, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario.

El pino histórico es una conífera originaria de la costa del Mediterráneo. Fue plantado por los frailes franciscanos que se instalaron en la zona en 1976, en los fondos de la huerta del convento. El ejemplar fue declarado Árbol Histórico por decreto del Poder Ejecutivo Nacional en 1946. El especialista comentó que esta especie es un árbol que puede crecer desde 12 hasta 45 metros de altura, y se caracteriza por tener la corteza de color castaño rojiza y agrietada en profundidad  en forma de rectángulos, una vez adulto. “En 1813 el tamaño del Pino no debió haber sido muy grande, calculo entre 3 y 4 metros de altura y con ramas hasta la base, por lo que estimo que San Martín descansó y dictó el parte del Combate más bien en la trayectoria de su sombra que literalmente debajo del árbol”, aclaró Coniglio. 

El pinus pinea sobrevivió al paso de los años hasta que un año antes de cumplirse el Bicentenario de la Combate de San Lorenzo, momento en el cual se desató un fuerte temporal climatológico en la zona que dañó de gran manera el ejemplar, provocando al tiempo la muerte del mismo. Cabe recordar que en el año 1999, este añoso árbol ya había sufrido otro embate de la naturaleza, sobreviviendo milagrosamente a un fuerte tornado que afectó a la ciudad, perdiendo en esa oportunidad gran parte de su copa. 

Uno de los retoños del pino original está en el patio del Complejo Museológico.

“En octubre de 2012 hubo una tormenta muy fuerte de granizo, acompañada de abundante lluvia y muy intensas ráfagas de viento, que destruyó alrededor del 75 por ciento del follaje del pino, lo que causó la muerte de parte de la copa por los golpes directos y desembocó en lo que se denomina cavitación o embolismo. Cuando empezaron las altas temperaturas de finales de ese mismo año, murió el 25 por ciento restante de la copa por la excesiva transpiración de la hojas, que antes estaban a la sombra de las ramas defoliadas por el granizo, superando la capacidad de absorción de agua por las raíces y transporte hacia la copa del árbol”, informó el docente de la Facultad de Ciencias Agrarias.

Coniglio fue uno de los especialistas que se sumó a la titánica tarea de intentar salvar semejante protagonista de la historia. Muchas acciones se implementaron para intentar cumplir el objetivo: injerto para reparar heridas mayores previas al granizo, injerto de incrustación de una púa del Pino original sobre un hijo situado a la par, la micropropagación de ápices caulinares y de raicillas en laboratorio y la siembra de semillas del pino original para luego micropropagar sus ápices. “Realizamos continuas interconsultas con Ingenieros Forestales de todo el país e Ingenieros Agrónomos de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR, pero sin embargo, nada dio resultado”. 

En un reciente estudio de edad que se realizó, se constató que el ejemplar supera largamente los 200 años de edad, aunque no es posible determinar con total exactitud un número exacto. “Considerando que en 1790 comienza la construcción del Convento San Carlos y que el traslado de los franciscanos desde la Estancia San Miguel del Carcarañal, en la margen derecha del Río Carcarañá, en la actual localidad de Aldao, se produce en 1796, suponemos que a la fecha de su muerte el pino tenía entre 217 y 223 años de edad”.

Los restos de ese longevo pino se encuentran emplazados sobre la avenida principal de la ciudad que, como no podía ser de otra manera, lleva el nombre de “General San Martín”. “Ahora está en pie el tronco principal y parte de dos ramas primarias, que la conservamos con impregnante de maderas. La Municipalidad hizo trabajos para mantenerlo, armó tres brazos de sostén para que no se caiga. Se puede constatar que al día del bicentenario del Combate, el 3 de febrero de 2013, aún quedaban raicillas turgentes vivas, de esta manera se puede certificar que llegó agonizante al bicentenario, con la copa totalmente muerta”. 

Por muchos años fueron reproducidos retoños de este histórico ejemplar y plantado a lo largo de la ciudad, como también en la mayoría de las localidades cercanas de la región y de otras provincias: Rosario, Bombal, Capitán Bermúdez, Timbúes, Oliveros, entre otras. Muchos de ellos lamentablemente ya han muerto por distintas contingencias climáticas, como granizo o fuertes vientos. Cabe destacar la presencia de uno de estos retoños de más de 75 años en el Parque Villarino de Zavalla, donde se emplaza la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR. “Además, la misma semana en que se produce la muerte total de la copa se advirtió el nacimiento espontáneo de dos hijos proveniente de semillas debajo del pino original, los que se encuentran bajo cuidado especial. Uno se encuentra creciendo al lado del original, mientras el otro ejemplar lo trasplantamos al patio del Convento”, comentó Coniglio, y agregó: ““Hace unas semanas atrás estuve haciendo una poda de escamonda a uno de los hijos del Pino histórico, que está en el Portal del Campo de la Gloria. Este se salvó en aquel entonces del granizo de octubre de 2012 porque era muy pequeño y sus ramas bien flexibles, lo que provocó que amortiguaron los golpes del granizo, sufriendo daños leves”.

Periodista: Gonzalo J. García/Imágenes gentileza Rubén Coniglio.