Mauro y Agustina retomaron sus estudios y se convirtieron en los primeros graduados del Programa rEGRESAR.

Llegar a la meta de graduarse es un logro que requiere sacrificio, dedicación y determinación. Para muchos es una oportunidad para demostrar que los sueños más grandes pueden hacerse realidad y que nunca es tarde para alcanzarlos.  

Uno de los objetivos principales de la Universidad Nacional de Rosario al presentar el Programa rEGRESAR, era el de poder acompañar a los y las estudiantes, que habían interrumpidos sus estudios universitarios, para que puedan finalizarlos y así obtener su título de grado. Hoy, luego de unos pocos meses de funcionamiento, este programa ya tiene sus dos primeros graduados. 

Agustina Mazza y Mauro Arias se graduaron de la carrera de Arquitectura y no ocultaron su emoción al poder haber alcanzado esta meta. “Lo que me motivó para anotarme en el Programa rEGRESAR fue que en realidad no tenía nada que perder. No sabía de qué se trataba, pero cuando vi la publicación sabía que no perdía nada porque me quedaba una sola materia y quería agotar cualquier posibilidad que estuviera a mi alcance”, explicó Agustina y resaltó que ver la publicación del lanzamiento del programa fue una señal esperanzadora para cumplir con su sueño: 

“Creo que eventualmente hubiera terminado de igual manera la carrera, pero no sé en qué momento hubiese sucedido. Hace cinco años que me quedaba una sola materia y siempre por algo la dejaba para más adelante. Me hubiese costado mucho más tomar la decisión de presentarme a rendir”.

En el caso de Mauro, obtener el título de Arquitecto era su cuenta pendiente. Durante años, este anhelo había estado latente, esperando pacientemente el momento adecuado. A pesar de los desafíos que la vida le presentó, nunca dejó de alimentar su pasión por la arquitectura. “Lo que me motivó a regresar a la Universidad fue en primer lugar cumplir con una deuda que tenía conmigo mismo. Mucho ha cambiado desde que empecé, era como entrar a una carrera casi nueva. Entonces, de alguna manera el sólo hecho de anotarme al programa me dió el empujón final para rendir las últimas materias”. 

Uno de los principales pilares del programa se basa en el acompañamiento, un elemento muy importante a la hora de poder sostener el cursado, planificar una organización para estudiar, y rendir los exámenes. “El rol de mi tutora era lo que necesitaba y justamente lo que esperaba. Me fue de mucha ayuda, fue como volver a tener una compañera a la que le podía preguntar dudas y cuestiones administrativas de la carrera”, describió Mauro y añadió que además que fue un espacio que le sirvió para entrar en contacto con otros compañeros que también estaban avanzados, y que si bien no llegó a compartir tantas instancias porque pudo rendir las materias rápido, fue algo que le dió muchas energías para poner todas las energías ahí.

Para Agustina no sólo su relación con la tutora se concentró en lo estrictamente académico sino que también fue un motivador para superar miedos muy arraigados. “Mi tutora fue muy dedicada desde el primer momento. Me anoté sin saber nada y no tenía idea si este programa era para mi, si me iba a encauzar en el curso, y ella siempre me siguió, me ayudó a ver donde estaba mi problema. Descubrí que tenía realmente miedo a la última materia y las charlas con la tutora me ayudaron a sacarle un poco el peso y la presión de lo que eso significaba”.

Recibirse de una carrera universitaria es cómo la de completar un viaje. Es el resultado de años de esfuerzo, sacrificio y dedicación, donde cada libro leído, cada examen superado y cada desafío se convierten en elementos necesarios del camino. “Mi sensación al recibirme fue de un alivio impresionante. Sentí que había llegado realmente al lugar donde hace muchos años deseaba estar”, se sinceró Agustina. 

Es un logro que trasciende los límites de lo académico, ya que no solo implica adquirir habilidades y conocimientos, sino también descubrir pasiones profundas y quienes queremos ser en adelante. “La sensación al terminar la carrera fue la de sacarme un peso de encima de tener algo pendiente. Ya no soy más la persona que le queda terminar, desapareció el sentimiento de culpa permanente, y por suerte esa mochila ya no la tengo encima”, detalló Mauro. 

Es así que volver a estudiar no es una decisión simple, pero constituye un acto de valentía y determinación que puede transformar por completo la vida de una persona. “Si hay alguien con intenciones de anotarse a las próximas ediciones de este programa lo  que yo le diría es que no lo dude, es una herramienta más que necesaria. En mi caso tengo un hijo de dos años, trabajo, una casa, y muchas cosas más, entonces a veces uno piensa que no puede. Por eso este programa es muy necesario, porque realmente sin esto no me hubiera recibido en este tiempo”.

También, es un recordatorio de que el aprendizaje es una aventura continúa y que nunca es tarde para seguir persiguiendo nuestros sueños. Al hacerlo, se abren puertas a nuevas oportunidades laborales, se amplían horizontes intelectuales y se fortalece la confianza en uno mismo. “Lo que le diría a alguien que está en duda y aún no se anotó a este programa es que sirve. Uno por ahí a cierta edad y con más responsabilidades, con más miedos, no se anima a volver a esta instancia, y lo que tiene rEGRESAR es que te ayuda a ponerte en camino de nuevo”.  

Recibirse de una carrera universitaria es un hito que marca el comienzo de un nuevo capítulo lleno de ilusiones y oportunidades. En diciembre, cuando finalmente Agustina y Mauro estén sosteniendo ese diploma tan esperado en sus manos, seguramente los invadirá una oleada de emoción y orgullo que recuerda que somos capaces de superar cualquier obstáculo que se presente en la vida. Porque volver a estudiar es un testimonio de resiliencia y determinación, y recuerda que siempre podemos reinventarnos y perseguir nuestros anhelos más profundos, sin importar cuán lejos parezcan estar.

Periodista: Gonzalo J. García/Fotos: Ramiro Ortega y Camila Casero.