Esta rama de la economía visibiliza las tareas domésticas y de cuidado como parte de la generación de valor en la sociedad.
Las tareas de cuidado y del hogar son trabajos históricamente invisibilizados que no cuentan con ningún tipo de retribución económica, y en su mayoría son realizados por mujeres. Lamentablemente, muchas corrientes no los reconocen como tal, y les quita la importancia que tienen en la estructura económica. La Facultad de Económicas y Estadística de la Universidad Nacional de Rosario cuenta con toda una línea de investigación vinculada a economía feminista y que se ocupa de desarrollar conocimientos traversalizados por esta área.
Generalmente las tareas del hogar son realizadas por las mujeres, por lo que la economía feminista se encarga de poner el foco en este tema y no dejarlo por fuera de la ecuación. “La entendemos como una economía que se aleja de los cánones ortodoxos porque considera que no sólo lo que tiene precio, tiene valor. Entonces es una mirada ampliada de la economía donde se busca visibilizar esos trabajos que usualmente no son considerados, como las tareas domésticas y de cuidado”, explicó la investigadora Patricia Giustiniani.
La economía feminista se enfoca en temas de particular importancia para las mujeres, como es el trabajo de cuidados o la exclusión de estas y minorías en ciertos campos; en las construcciones sociales de economía tradicional, cuestionando lo positivo y negativo, y pretende señalar la forma en que esos modelos y métodos están basados en preferencias masculinas.
Guillermo Peinado, docente la Facultad y especialista en este tema, marcó que no es lo mismo hablar de economía feminista que economía con perspectiva de género, ya que aunque son términos similares, tienen algunas diferencias. “Obviamente la economía feminista implica una perspectiva de género, pero no se encuadra en la idea de desagregar varones y mujeres. La idea es hacer un análisis más profundo, donde por ejemplo se discute el concepto trabajo, que para la economía ortodoxa es solamente la actividad por la que se obtiene una remuneración, y en cambio lo que propone la economía feminista es justamentemente que el trabajo no remunerado también forma parte de la generación de valor. Es importante tener en cuenta esto, porque el sistema capitalista se sostiene en este trabajo no remunerado, y la pandemia fue una demostración de eso”.
Uno de los argumentos que despliega la economía feminista en esta cuestión es que el trabajo no remunerado está desigualmente distribuido, y que son las mujeres las que cargan con esta tarea casi por tradición en un sistema donde el patriarcado está impregnado fuertemente. “Lo que se busca es no quedar solamente con la denuncia, sino modificar la situación. Se asume no sólo desde la academía sino desde una posición de provocar un cambio”, añadió Giustiniani.
La pandemia, un escenario de exposición
En marzo del 2020, el mundo se vió afectado por la pandemia del Covid-19. Una de las medidas tomadas en nuestro país durante los primeros meses, como en muchos otros, fue la de instalar un aislamiento obligatorio que se conoció popularmente como cuarentena. En ese contexto, donde el home office era moneda corriente, fue dónde más se expuso y visibilizó el trabajo no remunerado que suman las mujeres a sus vidas cotidianas.
“No es que la economía feminista surgió en la pandemia o que recién ahí esbozó algunos de los principales conceptos, sino que tiene un gran recorrido previo. Lo que hizo la pandemia fue explotar esta situación, como así, otras desigualdades económicas. Sirvió también porque había personas que no estaban abiertas a pensar en el tema, o no habían hecho el proceso, y a partir de este contexto fueron identificando esta situación”, resaltó Peinado.
Las imágenes de mujeres realizando actividades laborales desde su casa, mientras se repartían el tiempo limpiando, cocinando, cuidando a sus hijos e hijas, fueron moneda frecuente durante muchos meses. “Antes también tenían que hacer esas tareas, no es algo exclusivo de la pandemia. Lo que ocurre es que no había una cámara que mostrara eso o no coincidían en el mismo espacio”, marcó el investigador.
El debate del trabajo no remunerado viene siendo planteando por los y las estudiosas de la economía feminista desde hace varios años, incluso se logró en la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer de las Naciones Unidas, que se insten a los gobiernos a medir este tipo de práctica. “En 1993, se instaló en ámbitos internacionales la implementación de las encuestas de uso de tiempo, una de las mejores herramientas para medir el trabajo no remunerado. En la pandemia todo se vió con mayor crudeza y ahí logró despertar el interés de muchas personas que estaban ajenos a la temática”, reconoció Giustiniani.
Ahora, con lo que popularmente llamamos nueva normalidad, la incógnita pasa por detectar si hubo algún cambio. “Podemos afirmar que no desapareció, sino que se volvió a invisibilizar en cierto modo. A lo mejor puede ser que vayamos con el tiempo a una distribución mucho más equitativa, pero por ahora el panorama indica que ese trabajo no remunerado sigue estando a cargo de las mujeres”, explicó Peinado.
Dialogar desde la educación pública
La Facultad de Ciencias Económicas y Estadística cuenta con contenidos de economía feminista dentro de su currícula. Fue una de las primeras instituciones en su área de hablar sobre esta problemática y dedicarle un espacio dentro de su programa. “Comenzamos en 2005, a raíz de lo que hoy se denomina ONU Mujeres, quien toma como una política difundir la temática de los presupuestos con sensibilidad de género e involucrar a la academia, ya que antes trabajaban más con organismos o estamentos del Estado. A partir de esa propuesta, hicimos un curso de posgrado sobre economía feminista, donde participaron profesionales de distintas partes del mundo, y terminamos conformando un grupo al interior de la Facultad”, contó Giustiniani.
Los contenidos se desarrollan dentro del “Seminario de Sustentabilidad del Desarrollo: género, ecología y desigualdades”, una asignatura electiva que se encuentra en el último año de la Licenciatura en Economía. “Hay estudiantes que se han mostrado muy interpelados por esta corriente y poder pensar a la economía desde otro punto de vista, Incluso hay muchos que se han recibido desarrollando contenidos de la temática, por lo que estamos muy contentos”, destacó Peinado.
Giustiniani subrayó que durante varios años fue el seminario en el que más estudiantes tuvo y que el tema ha despertado el interesamiento. “Si bien hemos ido avanzando en la temática, vemos que en la Licenciatura en Economía cubrimos un aspecto que los y las estudiantes no encontraban en otros contenidos. En el seminario tratamos temas de ecología, desigualdad y de género. Creo que hemos instalado una temática que no era común en nuestro espacio de estudio y tenemos quienes encuentran un verdadero interesamiento en estos contenidos”.
Si bien es una mirada muy interesante de la economía, como todo tipo de contenido que escapa a la mirada tradicional, hay defensores y detractores, por lo que los profesionales saben que es un camino largo. “Observamos docentes que se están abriendo a la temática, sabemos que en algunas áreas cuesta más que en otras. Se van venciendo algunas resistencias y ayuda mucho que la Universidad se haya posicionado como una universidad feminista, por lo que hay un aval de lo que venimos haciendo”, detalló Peinado.
Los profesionales comentaron que al ser un seminario del último año de la carrera, muchos estudiantes descubren estos contenidos con sorpresa. “Hemos tenido casos de estudiantes que nos han manifestado que pensaban que se habían equivocado de carrera porque no les terminaba de gustar completamente ninguna de las áreas de contenidos, y que con esta materia pudieron encontrar algo que les llamara realmente la atención. Siempre en esos casos cuento que lo mismo dijo Corina Rodríguez Enríquez, una prestigiosa economista de Buenos Aires, una vez que vino a darnos una charla y planteó que a veces uno se siente perdido cuando no se está completamente de acuerdo con lo que plantea el modelo ortodoxo. Esta es otra mirada de la economía, y si bien es todavía una pequeña corriente en nuestra Facultad, damos una respuesta”, sostuvo Giustiniani.
Además de Patricia Giustiniani y Guillermo Peinado, el equipo de investigación está compuesto por Lucía Andreozzi y Miriam Geli.
Periodista: Gonzalo J. García / Fotógrafa: Camila Casero