La UNR realizó una intervención pública para mostrar cómo funciona el “índice de abuelidad” y qué implica el derecho a la identidad.

“Ciencia y Memoria ¿Dónde nacen las preguntas científicas?” es un dispositivo lúdico-pedagógico para visibilizar el entramado colaborativo que posibilitó la restitución a sus familias biológicas de más de 130 nietos apropiados durante la última dictadura cívico militar. La intervención fue organizada en conjunto por el Área de Derechos Humanos, el Área de Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo de la UNR y Abuelas de Plaza de Mayo Filial Rosario.

El recorrido comienza con un interrogante: ¿Dónde nacen las preguntas científicas? Y una respuesta: “A veces las demandas sociales golpean las puertas de los laboratorios. En algunas ocasiones esas puertas se abren. Este es el caso del índice de abuelidad, una relación de construcción mutua entre ciencia y sociedad”

La demanda social urgente en los inicios de los 80 fue garantizar el derecho a la identidad de cientos de niños y niñas apropiados durante la última dictadura cívico militar. “El derecho a la identidad es el derecho fundamental de cada persona a conocer su origen. La identidad no abarca sólo la constitución biológica sino que se trata de un proceso que se construye a lo largo de toda la vida, incluye aquellas experiencias que vivenciamos en una cultura, un territorio y una historia colectiva”, explicó Natalia Moyano, integrante de Abuelas de Plaza de Mayo filial Rosario.

Indice de abuelidad

Los exámenes de sangre para determinar paternidad ya eran conocidos en la década del 70, pero en el caso de las madres y padres desaparecidos, ¿podrían usar la sangre de los abuelos y otros familiares para reconocer a los nietos y nietas? Las Abuelas de Plaza de Mayo visitaron academias y universidades con esta pregunta hasta que un grupo de investigadores en Estados Unidos, asumió el desafío de responderla.

Gracias a los avances desarrollados por la genetista Mary Claire King y la colaboración de un grupo de científicos, a mediados de 1980 se logró la formulación de un “índice de abuelidad” que garantiza un 99,99 % de eficacia en la determinación de parentesco entre un nieto y sus abuelos a partir del análisis del material genético.

“Mi trabajo con las Abuelas fue un ejemplo de lo que es capaz la ciencia. Las ideas más importantes siempre vienen del pueblo. Este tipo de preguntas necesitan decisión para buscar respuestas y esto es importante para la ciencia pero sobre todo para las personas que se hacen esas preguntas, en este caso sobre su identidad”, había expresado la científica.

Continuando con el recorrido del dispositivo, estudiantes de la Facultad de Ciencias Bioquímicas de la UNR explican y muestran con imágenes en qué consiste el análisis. Se trata de un estudio de secuencias de ADN (marcadores genéticos) que se encuentran en los cromosomas humanos. Los resultados de este tipo de exámenes son lo suficientemente precisos como para confirmar o descartar un vínculo genético, ya sean de paternidad, abuelidad, etc.

Este método se utilizó por primera vez en 1984, cuando recuperó su identidad una niña que había sido secuestrada junto a sus padres y, tres años más tarde, la misma técnica fue empleada para identificar a otra nieta que había nacido en cautiverio.

De esta forma las Abuelas impulsaron la creación de un banco para almacenar los perfiles genéticos y garantizar la identificación de los nietos y nietas, aún cuando ellas ya no estén. En 1987, el Congreso de la Nación creó por ley el Banco Nacional de Datos Genéticos, un organismo autónomo y autárquico, actualmente bajo la órbita del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.

Allí se encuentran almacenadas todas las muestras de los familiares que buscan a aquellos niños y niñas –hoy personas adultas- desaparecidos por el terrorismo de Estado y de todos aquellos que sospechan ser hijos de desaparecidos y ya dejaron su muestra. Desde su puesta en funcionamiento, el Banco colaboró en el esclarecimiento de crímenes de lesa humanidad vinculados con el terrorismo de Estado y  ayudó en la búsqueda e identificación de individuos nacidos en cautiverio al cotejar muestras de ADN.

El caso expuesto en esta intervención pública fue el de Sabrina Gullino Valenzuela Negro quien nació en marzo de 1978 en Paraná, Entre Ríos y fue ingresada como Soledad López mientras que su hermano mellizo como “NN López”. Luego fue dada en adopción a la familia Gullino que vivía en Ramallo, provincia de Buenos Aires.

Ella siempre supo que era adoptada, se acercó a la filial Rosario de Abuelas y a partir del análisis, pudo conocer su historia, saber que es la hija de Tulio Valenzuela y Raquel Negro, secuestrados en enero del 78 en Mar del Plata y asesinados por la dictadura, que la habían dejado abandonada en el Hogar del Huérfano y que tiene un hermano al que aún no conoce y espera.

Ciencia forense

Cabe destacar que la ciencia forense también tuvo un rol clave en la identificación de los nietos. En los 80, las Abuelas entablaron relación con arqueólogos y antropólogos para la localización y análisis de restos fósiles de posibles desaparecidos. Ese fue el germen de lo que más tarde sería el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), organismo que a través de exhumaciones y análisis de restos óseos de personas desaparecidas aporta a su identificación.

En algunos casos, mediante el estudio de los huesos pélvicos de las mujeres identificadas, el EAAF logra conjeturar si una embarazada dio a luz. En otros, se puede constatar que fueron asesinadas antes del parto y, de esta forma, concluye la búsqueda porque ese embarazo no llegó a término.

La intención de esta intervención pública es mostrar que “la ciencia no es algo que esté escindido de la sociedad, es una forma de conocer lo que nos rodea y frente a distintas inquietudes, puede encontrar las respuestas a partir de una construcción social”, expuso la directora de Comunicación de la Ciencia María Soledad Casasola. En tanto, la secretaria de Ciencia y Tecnología del a UNR Elena Gasparri destacó la importancia de la vinculación entre las políticas de Estado y la inversión pública en ciencia y tecnología que están al servicio de responder demandas sociales con una continuidad en el tiempo.

“Ciencias y Memoria ¿Dónde nacen las preguntas científicas?” ya tuvo lugar en el predio de la Ciudad Universitaria, en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas y en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario.

Periodista: Victoria Arrabal/Fotógrafa: Camila Casero