El docente de la UNR, Ángel Fernández, propone en A propósito de Babasónicos un recorrido por la obra de la banda desde una lectura estética, política y poética. Un libro que invita a volver a escuchar para pensar, sentir y despertar en medio de la cultura del ruido.
La música, muchas veces, es mucho más que un simple acompañamiento o un recurso para acallar el silencio: puede ser también un puente hacia la reflexión y la resignificación. Ese es precisamente el punto de partida del psicoanalista, escritor, psicólogo y docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario, Ángel Fernández, en su recorrido por la obra de la mítica banda de rock Babasónicos.
Su libro, A propósito de Babasónicos, busca abrir una conversación sobre el impacto de estos músicos y sus canciones en el ideario popular. “Me parece que en la agenda cultural argentina el trabajo musical y poético que hace Babasónicos es absolutamente único. El libro, en realidad, es un efecto de unos viajes a Buenos Aires para hacer análisis de control con Germán García, donde iba escuchando los discos completos. Pude escuchar la discografía de punta a punta, y eso me sugirió tres ideas que maneja el libro”, explicó el autor.
La primera de esas ideas es que Babasónicos “es una banda que tiene duende”, en alusión a una expresión utilizada por García Lorca. “Para decir lo que tiene sonidos negros, dice Lorca. Pero tiene que ver con que conecta con la tierra, con la sangre, con lo real, decimos los analistas. Cuando por ahí el rock se había vuelto una cosa muy descriptiva, ya sea de la realidad misma o de las fantasías, Babasónicos hace un uso de la lengua que conecta con lo real”.
El segundo ensayo, titulado Tres manifiestos estéticos y políticos, propone reconocer el arco narrativo de la obra babasónica. “Es una especie de gran narración que va marcando desde la canción una propuesta para el oyente, que tiene que ver con usar la estética como un arma política. Hay un libro de Silvia Schwarzböck que plantea que la política no solamente está en manos de la filosofía, sino también de la estética, y me parece que hay una sensibilidad política con un tratamiento estético en Babasónicos”.
Por último, el libro reflexiona sobre el resguardo del poema, profundizando en el uso de la lengua “que le hace un chiste, le hace una burla, le toma el pelo a la cultura del ruido”. Fernández recordó que el psicoanalista Oscar Masotta, pionero en la introducción del psicoanálisis en Argentina, hablaba del “resguardo de la falta”. “Porque en el psicoanálisis, luego de la falta, viene la angustia. Y cuando no tenemos el poema, cuando no tenemos un uso poético de la lengua, lo que nos queda es, como lo digo en el libro, el falsete y el mal gusto de la vida cotidiana”.

Estos tres ensayos buscan, de algún modo, contar cómo hace Babasónicos para hacer bailar, pensar y sentir. “Es un poco un libro sobre los efectos de una obra en el cuerpo, no solo en el mío, sino en el cuerpo de la audiencia. El libro también intenta registrar esas conversaciones con amigos en torno al impacto de una obra”.
Vincular el psicoanálisis con lo cotidiano no es tarea sencilla, pero sí necesaria. Implica conectar sus nociones con lo que nos interpela día a día: aquello que nos gusta, nos hace bien y también con lo que nos enfrenta a las emociones más profundas. “Tenía una columna en un programa de radio que se llamaba El rock interpreta al psicoanálisis, que en un momento pasó directamente a Babasónicos interpreta al psicoanálisis. No el psicoanálisis interpreta a Babasónicos. Es decir, no que el psicoanálisis sea aplicado, sino que una banda de rock, desde una estética poética, musical y rockera, interpreta ciertos conceptos del psicoanálisis”, explicó Fernández.
Y ejemplificó: “Por ejemplo, la canción Mareo está todo el tiempo hablando de lo que nosotros en el psicoanálisis llamamos el objeto perdido, lo que nos pasa con ese objeto que no existe. Escuchás ese tema, como muchos otros, y estás trabajando sobre un concepto analítico, sin que ellos tengan por qué saber psicoanálisis. Pero hay un tratamiento donde vos no necesitás saber psicoanálisis, porque el psicoanálisis habla de la experiencia humana”.
“Yo creo que en el modo en el que Freud y Lacan plantean tres registros de la experiencia humana (lo simbólico, lo imaginario y lo real), hay una misma forma de tratar la aventura humana, tanto por el psicoanálisis como por Babasónicos”, agregó.
Aunque el libro busca abrir nuevas conversaciones, tiene sus cimientos en diálogos previos e intercambios que dispararon ideas e interpretaciones. “Yo digo que es más un libro de coautoría porque es un libro muy conversado. Por ejemplo, hay un fragmento sobre la relación de Babasónicos con el existencialismo y con Sartre, que ni siquiera se me ocurrió a mí en principio, me lo sugirió un amigo. Obviamente después lo desarrollé, pero la idea no surgió de la nada. Me pareció que estaba bueno que hubiera un libro que hablara de Babasónicos desde ese lugar, porque si no siempre queda la dimensión erótica, estética y política aplastada bajo la imagen del rockstar o de la gran banda de rock y la admiración que todos tenemos por ellos”.
Fernández también sostiene que vivimos en una época atravesada por lo que denomina la política de la confusión, un fenómeno que comenzó a observar dentro del propio campo del psicoanálisis y que hoy se extiende a la cultura en general. Según explica, esta política se basa en la desorganización conceptual, la desinformación histórica y la desorientación intelectual que generan un clima de incertidumbre permanente. En ese marco, la confusión opera como una herramienta de poder: “Si yo te tengo confundido, te debilito”, afirma, aludiendo a una estrategia que atraviesa tanto la historia militar como la política contemporánea.
En contraposición a esa lógica, Fernández encuentra en Babasónicos una suerte de brújula estética y simbólica para orientarse en medio del ruido y los prejuicios de la cultura actual. Considera que la banda propone una “erótica estética política” que invita a escuchar de otro modo, a detenerse y reflexionar frente a una cultura que promueve la reproducción constante y distraída de contenidos. Su libro busca precisamente eso: volver a escuchar sus discos con atención, redescubrir sus sentidos y reconocer en ellos una cartografía posible para comprender el presente. “Simplemente con escuchar un tema con atención, demorándonos en lo negativo, como decía Hegel, entendiendo que cada canción babasónica es como una interpelación, como un tropiezo, como una especie de objeción a la banalidad en la que estamos permanentemente sumergidos. Entonces, cuando vos le prestás atención, ganás, porque en realidad la canción ya está como una especie de virus que te enferma de la buena manera; simplemente hay que dejarse inocular”, reflexionó.
“La cultura del inconsciente va a contrapelo del sentido común y desbarata la suma de prejuicios en la que vivimos”, asegura el psicoanalista, quien define a Babasónicos como “la única banda lacaniana de Latinoamérica”. Para Fernández, la obra del grupo tiene un efecto “despertador”: “Despierta tu propio cuerpo, te despierta la relación con los otros. Es un despertar del oído”.
Además de ir a contracorriente del sentido común, una característica profundamente lacaniana, Fernández destaca en la banda “un gusto por la música, por la lengua, por el baile, una erótica”, lo que configura una experiencia “no solo estético-política, sino también erótico-estético-política”. “Hay un gusto por el chiste, por lo que falla, por el resto. Hay una manera singular de abordar cuestiones que habitualmente no son consideradas como centrales. Esta combinación entre ir a contrapelo del sentido común y cierto gusto por la otra escena, por lo que no está a la vista, la convierten (yo digo en chiste) en una banda lacaniana, porque realmente el tratamiento de los temas es muy cercano al psicoanálisis”.
Finalmente, el autor sostiene que “la música es un factor de la política” y que Babasónicos es una banda que sabe habitar la cultura del ruido sin someterse a ella. “Había un psicoanalista que decía que, al fin y al cabo, después de tantas vueltas, toda palabra está o para adormecer o para despertar el deseo. La música es lo mismo: yo creo que hay músicas que se inventan o surgen para adormecer y otras músicas que se inventan para despertar”.
Periodista: Gonzalo J. García / Fotografía: Ramiro Ortega.
