Investigadores de la UNR realizaron un mapa de la población del país expuesta a arsénico a través del agua y detectaron que hay 17 millones de individuos, una cifra que supera más de cuatro veces los hallazgos anteriores.

El proyecto fue realizado en el marco de la Red Interuniversitaria en Ambiente y Salud de la Región Centro, por Leandro Duarte, Laura De Gracia, Sergio Montico y Alejandro Oliva. Después de una exhaustiva revisión, la prestigiosa revista científica “Water and Health”, aceptó publicar este trabajo que configura un nuevo mapa de la situación en Argentina teniendo en cuenta los índices establecidos por la Organización Mundial de la Salud.

La población expuesta a arsénico en el país tiene una historia de cien años, inicialmente con un impacto en la piel, llamado hidroarsenicismo crónico regional endémico, producido por el consumo prolongado de agua con este contaminante. Con el tiempo se fue ampliando el espectro clínico a su asociación con ciertos tipos de cánceres, anomalías congénitas, enfermedades neurológicas como el alzheimer y otras. “Hay una relación directa: los departamentos que están más expuestos, tienen mayores tasas de mortalidad por estas enfermedades”, afirma Oliva.

La información muestra que “esta problemática es casi una pandemia en Argentina”, dicen los investigadores y consideran que podría ser prevenida con controles más exhaustivos de las calidades de aguas, la implementación de medidas de remoción de arsénico con metodologías más accesibles y de menores costos que en el pasado y medidas de salud pública que son responsabilidad de los gobiernos nacionales, provinciales y comunales.

Los datos sobre los niveles de arsénico en aguas de consumo se encontraban muy dispersos y poco actualizados. Dos intentos de construcción de un mapa de la situación en este país tuvieron varias limitaciones por remitirse a valores aislados sin especificación de la población involucrada o por hacerlo graficando una distribución general. Las informaciones anteriores mencionan un total de población expuesta en este país de aproximadamente 4 millones de habitantes.

Para llevar adelante este proyecto los investigadores analizaron los datos de doce provincias argentinas donde existía información fehaciente publicada. La misma tuvo ciertos requisitos para ser incluida: tener representatividad territorial, con un mínimo del 30% de la población evaluada, que contara con evaluación de niveles de arsénico según normas de la Organización Mundial de la Salud (10 μg/L) y que hubiera sido realizada en aguas de consumo. Esto permitió evaluar la mitad de las provincias, equivalente a aproximadamente el 70% de la población nacional.

“La zona más complicada es la deriva oeste de Santa Fe y la deriva sur este de Córdoba. Santa Fe y Buenos Aires tienen 2 de cada 3 habitantes expuestos a arsénico, más del 60% de la población. Córdoba no llega al 30% porque el noroeste toma agua de otras napas que provienen de manantiales y no del acueducto”, aclara Oliva.

El 90% de este contaminante llega al agua de forma natural debido a la erosión de las rocas en los acuíferos. En menor proporción, existe también una contribución de actividades provenientes de procesos industriales (minería, fundición de metales, pesticidas, conservantes de la madera, etc.)

La Organización Mundial de la Salud definió un valor límite para el arsénico en aguas, siendo el mismo recomendado para la concentración de este elemento en el agua potable de 10 μg/L. En Argentina, el Código Alimentario Argentino establece un límite de seguridad más elevado, llegando a 50 µg/L. Muchas evidencias científicas demostraron que, entre ambos límites, existe un significativo riesgo para la salud humana.

Originalmente Argentina había adherido al corte de 10 microgramos pero las comunas adujeron que el método de filtrado era muy costoso, requería el uso de mucha electricidad y luego no sabían qué hacer con el arsénico extraído. Lo que se usó históricamente fue la osmosis inversa, una membrana que remueve el arsénico.

Pero, según explican los investigadores, hoy existen nuevos métodos más simples y económicos para la remoción de este contaminante. En este sentido, algunas comunas de la provincia de Santa Fe poseen una red paralela con el arsénico removido que se utiliza sólo para el consumo y la otra para bañarse, limpiar, etc, con lo que destacan la importancia de crear acueductos. Cabe destacar que el agua que se consume en la ciudad de Rosario proveniente del río Paraná no posee arsénico.

La Red Interuniversitaria en Ambiente y Salud de la Región Centro fue creada en 2016 entre las seis Universidades públicas de la región para el desarrollo de actividades colaborativas en diferentes proyectos sobre el territorio. Actualmente tienen dos líneas de investigación.

La primera se refiere a un estudio ecoepidemiológico de mortalidad infantil por cáncer en Argentina y su relación con variables ambientales.  La situación de la población infantil menor a 15 años se presenta diferente de la poblacional general, en términos de tipos y prevalencias de cánceres. Además, las diferencias regionales son muy amplias, mostrándose la región centro como la de mayores tasas a nivel nacional. El objetivo general es analizar las posibles asociaciones entre mortalidad infantil por cáncer, las superficies sembradas y los niveles de arsénico en aguas de consumo en las provincias argentinas.

La otra investigación en curso se refiere a  las relaciones ecoepidemiológicas entre factores ambientales, condiciones socioeconómicas y enfermedades neurodegenerativas en Argentina. El objetivo general es estudiar las posibles asociaciones entre estas enfermedades (alzheimer y parkinson), las superficies sembradas y los niveles de arsénico en aguas de consumo, así como las características sociodemográficas (educación y socioeconómicas), en las provincias de Argentina, particularizando en la región centro.

Periodista: Victoria Arrabal/Fotógrafa: Camila Casero