Dos estudiantes de la UNR obtuvieron el primer puesto en la Competencia Interuniversitaria de Matemática Argentina, el certamen más prestigioso del país en esta disciplina.
Federico Mierez y Julián Cabrera, estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la UNR, obtuvieron por segundo año consecutivo el primer puesto en la Competencia Interuniversitaria de Matemática Argentina (CIMA), el certamen más prestigioso del país para estudiantes de grado, organizado por la Unión Matemática Argentina (UMA).
En esta edición, la competencia movilizó a 42 equipos y 83 participantes distribuidos en once sedes federales: desde Bahía Blanca y General Pico hasta Salta y Mendoza. Federico, estudiante de quinto año de la Licenciatura en Matemática, y Julián, de tercer año de Ciencias de la Computación, compartieron el primer puesto con un equipo de la UBA, consolidando un liderazgo que la Universidad Nacional de Rosario no ostentaba desde hace décadas.
La historia de este campeonato tiene un trasfondo de resiliencia institucional. Durante un cuarto de siglo, la Fundación “Ernesto Paenza” organizó la competencia nacional, marcando a fuego a generaciones de científicos. Cuando la fundación cesó sus actividades en 2011, quedó un vacío que parecía difícil de llenar. Fue la UMA, recogiendo la inquietud de jóvenes matemáticos y con el aval explícito del divulgador Adrián Paenza, quien lanzó la Competencia para dar continuidad a ese legado.

Para la UNR, el triunfo de Federico y Julián representa un hito histórico. Hasta el año pasado, la Universidad arrastraba una racha de 35 años sin obtener el primer puesto. Estos dos jóvenes no solo rompieron esa inercia en 2024, sino que este año confirmaron que no fue una casualidad, sino el resultado de un nivel de excelencia sostenido en la educación pública regional.
Lo que diferencia a estos competidores es su forma de habitar la disciplina. “A la gente en general no le suele caer bien la matemática, pero nosotros la entendemos como una forma de arte”, explica Julián Cabrera. Para él, resolver un problema complejo no es un acto mecánico de aplicación de fórmulas, sino una construcción de razonamientos válidos que parten de premisas conocidas para llegar a conclusiones nuevas.
“Es como el esfuerzo del artista por lograr una buena obra. Si es un escritor, busca un buen libro; en la matemática es el arte de lograr una conclusión sustanciosa. No todo es aplicar un procedimiento conocido, requiere creatividad. Cada razonamiento es como una pincelada en un lienzo”, añade Julián con una pasión que despoja a los números de su supuesta frialdad.
Federico coincide y profundiza en la idea de autonomía que otorga la ciencia exacta. “La matemática es el área que más libertad te da para moverte como quieras, siempre y cuando hagas cosas correctas. Esa idea de la matemática como algo algorítmico, de pasos a seguir, es completamente falsa. Podés trabajar con total libertad de movimiento, construyendo tu propia obra armando bloques a tu manera”, señala quien hoy cursa el último tramo de su carrera.

El ADN del Politécnico
La sociedad entre Mierez y Cabrera no nació en los pasillos universitarios, sino mucho antes. Ambos son egresados del Instituto Politécnico Superior “General San Martín” que funciona como semillero de talentos en Rosario. Fue allí donde descubrieron su vocación y donde comenzaron a entrenar para las Olimpiadas de Matemática, llegando a representar al país en mundiales y competencias iberoamericanas.
“A mí siempre me interesaron las ciencias, pero las competencias me llevaron a decantar por la matemática”, recuerda Federico. El entrenamiento, lejos de ser una carga, es para ellos un hobby compartido. “Buscamos problemas por internet, nos juntamos a pensar. Es lo que nos gusta hacer”, confiesan.
Ese bagaje previo fue clave para enfrentar la dinámica de la CIMA: seis problemas y cinco horas de tiempo estipulado. A diferencia de un examen académico tradicional, la competencia no está diseñada para ser resuelta en su totalidad. Es un desafío de resistencia intelectual. “Leemos la prueba y resolvemos los primeros ejercicios individualmente. Cuando se empieza a poner complejo, cooperamos. En esta edición salimos campeones con 41 puntos sobre 60. Se buscan puntajes parciales, se busca avanzar lo máximo posible hasta el último minuto”, explican.
El apoyo de sus familias fue un pilar, aunque con matices distintos. En el caso de Julián, su madre fue quien alimentó su curiosidad desde la infancia, enseñándole números antes incluso de ingresar a la escuela primaria. Para Federico, el respaldo fue emocional: “Mis viejos son médicos, el área de exactas les resulta desconocida, pero vieron mi potencial y me impulsaron para que fuera al Poli. Su acompañamiento ha sido fundamental en toda mi carrera”.

Hoy, sus caminos se bifurcan pero mantienen la misma raíz. Federico planea dedicarse a la investigación académica y realizar un doctorado en análisis matemático. Julián, por su parte, ya trabaja como ingeniero de software, aplicando los cimientos de la computación al sector privado.
Incluso al hablar sobre el futuro y la Inteligencia Artificial, mantienen una mirada analítica. “La IA ya está resolviendo problemas de competencias, pero nosotros la vemos como una mano más. Es como un Google más potente y específico que ayuda a acceder a resultados, pero el pensamiento sigue siendo humano”, reflexionan.
Más allá del premio y el reconocimiento, Federico y Julián defienden la matemática como una herramienta para la vida cotidiana. “Lo más importante está en esa palabra: pensar”, concluye Federico. “El pensamiento estructurado pero creativo te ayuda a tener una visión más limpia y directa para analizar cualquier premisa de tu vida, cualquier cosa que te encuentres, no necesariamente ligada a los números”.
Con el trofeo de la CIMA una vez más en Rosario, la Facultad de Ciencias Exactas de la UNR celebra a dos de sus mejores exponentes. Federico y Julián no solo ganaron una competencia; demostraron que, en tiempos de respuestas automáticas y algoritmos cerrados, el razonamiento humano sigue siendo la obra de arte más sofisticada.
Periodista: Victoria Arrabal
