El pianista ganador del Premio Grammy 2023  en la categoría Mejor solo improvisado de jazz, recuerda su formación en la carrera de Música de la Universidad Nacional de Rosario.

Leo Genovese nació en Venado Tuerto en 1979, a los 5 años tocaba el piano de su mamá y a los 18, cuando terminó la escuela secundaria, se mudó a Rosario para estudiar  en la UNR.  Cuenta que se inscribió en Ciencia Política y en Administración de Empresas pero que finalmente se quedó en la carrera de Música de la Facultad de Humanidades y Artes.

No duda en afirmar que Rosario lo marcó para seguir su carrera, “fue la primera ciudad grande en la que viví y el hecho de venir a la Universidad, conocer gente, te hacer crecer a pasos agigantados”. “Tengo muchos recuerdos de los docentes, especialmente de la profesora de piano Ana María Cué, gran pianista, gran poeta, gran profesora, una genia, la extraño, la quiero, sigo pensando en sus clases a la hora de tocar, eso fue muy poderoso”, dice y cuenta que tenía en claro que quería estudiar con ella por su exigencia. También recordó al bandoneonista  Luis Caruana, profesor de  armonía en la Escuela de Música quien actualmente está viviendo en Valencia y el año pasado se reencontraron.

Además nombra a algunos compañeros a los cuales todavía ve y tocan juntos. Por ejemplo, Leo Piantino. “Me tomaba la K en Oroño y Mendoza y el subía en Entre Ríos e íbamos los dos, igual de dormidos, a la clase de audioperceptiva de la Facultad en la Siberia. No volví al cafecito de la esquina, a transitar los pasillos pero quiero volver”, dice. Otro compañero es  José “Pepe” Perren  que vive en Rafaela y se dedicó a tocar la obra del pianista santafesino Remo Pignoni.  “De alguna manera, un magnetismo nos vuelve a encontrar”, afirma.

Genovese y Piantino fueron parte de una camada de músicos que audicionó en Buenos Aires en 2001 para ir a estudiar a Berklee, la escuela de música de Boston especializada en jazz. Allí continuó su formación y  actualmente vive en Nueva York. En 2003 debutó como solista con el disco Haiku II y desde entonces publicó otros cuatro álbumes más, además de colaborar en numerosos proyectos de otros artistas como José James, Residente y The Mars Volta.

Sueños y trabajo

A los jóvenes que comienzan en la música “les diría que sueñen muy arriba y que trabajen más duro todavía”, dice y agrega: “Esa concepción de que el músico es un vago, un hippie, un drogadicto, un borracho, un nocturno,  es muy superficial. El músico es como cualquier artista, es un personaje muy importante dentro de la sociedad”.

Recordó sus días en Rosario, que convivía y compartía cuarto con su hermano y que dormían en una cucheta. “Me acuerdo de levantarme a las 6 o 7 de la mañana para tocar el piano con auriculares mientras el dormía porque cursaba de noche, me acuerdo del frío de las mañanas y de las horas que pasé en soledad con mi instrumento para poder transformarme en él y para que haya esa confianza. Horas, trabajo, esmero, esfuerzo, estudio, viajes, dedicación, rutina, como un deportista. Somos deportistas del alma”.

A la hora de definir el jazz, considera que es una plataforma que te invita a improvisar, a estar cara a cara con lo desconocido, “es como un gran espejo que te invita a ver tus miedos y te da herramientas que te ayudan a tomar como aliados a estos elementos que a veces te tiran para abajo. Eso se transporta a la vida misma. Creo que es algo lindo para indagar, buenas aguas para sumergirse”.

En cuanto al jazz en nuestro país lo ve fértil, fresco, saludable.  “Es un género afronorteamericano y obviamente es mucho más popular allá, acá es de alguna manera nuevo, reciente”, afirma pero cree que es popular porque hay festivales en todo le país que son gratuitos y escuelas con muy buenos profesores. “Quizás que algunos de estos festivales puedan ser televisados y darle un poco más de pantalla a esta música, ayudaría a que llegue a otros rincones”, expresa.

“Tengo muchos recuerdos de la profesora de piano Ana María Cué, sigo pensando en sus clases a la hora de tocar, eso fue muy poderoso”.

El Grammy

Genovese, junto a la leyenda del jazz Wayne Shorter, fueron los ganadores en la categoría Mejor solo improvisado de jazz por su actuación en “Endangered species”, compuesta por la artista Esperanza Spalding y registrada en el álbum Live At The Detroit Jazz Festival.

Cuenta que se enteró  del premio más tarde porque estaba en el monte santiagueño sin señal de internet. Sobre el maestro Wayne Shorter afirmó que “es un ser de luz, genio absoluto, cumple 90 años este año, una persona que escuché toda mi vida, un ídolo”.

Resalta que es la primera vez que este premio se gana compartido lo que demuestra que “hay lugar para dos”. “Nuestro discurso fue compartido y es algo que siempre dice Shorter en su música, en su forma de tocar y en sus grupos: no concibe las “interrupciones”, hay campo para tocar al mismo tiempo, para hablar uno encima del otro y eso genera un resultado también y abre un portal para pensar un poco más allá”.

Leo Genovese se presentó el miércoles 8 de febrero en Casa Brava en la ciudad de Rosario con el Trío “Sin Tiempo”, integrado por él en piano, Mariano Otero en bajo y Sergio Verdinelli en batería.

Periodista: Victoria Arrabal / Fotógrafa: Karen Roeschlin / Redes: Sofía López King