Honoris Causa para Emilce Cuda
La Universidad Nacional de Rosario entregará el título de “doctora honoris causa” a la funcionaria vaticana para América Latina y teóloga argentina.
POR LUCAS SCHAERER
De abajo hacia arriba. Así nació el reconocimiento a Emilce Cuda como “doctora honoris causa”. Cuando uno de sus asesores le acerca la iniciativa que nació de los sindicatos tradicionales y los movimientos populares de la ciudad de Rosario, en la provincia de Santa Fe, ella lo consultó con su jefe. Este le pidió que aceptara. La funcionaria del Papa en la Pontificia Comisión para América Latina es muy cautelosa en su tarea y extrema sus cuidados en todas las iniciativas que recibe porque no quiere dar un paso en falso. No por ella en lo personal. Cuida al Pontífice. Es que desde hace un año la académica desde la teología moral, con basta trayectoria intelectual dentro y fuera del mundo católico, se convirtió en la voz autorizada e institucional de Francisco sobre el continente que parió al primer Vicario de Cristo formado con los jesuitas y argentino.
Para el próximo miércoles 14 de diciembre, a partir de las 9 horas se abrirán las puertas en el Espacio Cultural Universitario (San Martin 750), donde el rector de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Franco Bartolacci, encabezará la entrega del título “Doctora Honoris Causa” a Cuda, quien viajará de Roma a Buenos Aires y luego a la sede universitaria. El discurso de semblanza por los méritos de la teóloga y funcionaria vaticana, queda bajo la responsabilidad de la filósofa de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Alcira Bonilla.
La resolución del Consejo Superior de la UNR deja constancia de la extensa trayectoria que logró Emilce Cuda, nacida en el Policlínico de los trabajadores carteros y criada en Lomas del Mirador, provincia de Buenos Aires, luego casada con un estadounidense y madre de dos hijos. La universidad además cuenta que es la primera mujer designada como secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina de la Santa Sede, su jefe directo es el cardenal canadiense Marc Ouellet y comparte el cargo con el mexicano, Rodrigo Guerra.
En su currículum Cuda tiene una larga lista de academias donde ha sido profesora e investigadora con concurso e invitada como la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), otras argentinas como la Universidad Nacional Arturo Jauretche o la Universidad Católica, por varias norteamericanas, como la autoría de seis libros y un total de 358 conferencias en congresos y eventos académicos.
En la resolución de la UNR por su “honoris causa” valoriza de Emilce Cuda su aporte a “la ética y la defensa de los Derecho de los Trabajadores”. Entonces rescatan un párrafo de su pensamiento: “Si bien en algunos países de América Latina, durante el siglo XX, los trabajadores lograron constituirse como sujetos políticos, aun en el siglo XXI muchos trabajadores no han podido lograr constituir esa identidad popular, la de trabajadores, como condición necesaria para conseguir condiciones dignas de trabajo que le permitan tener vida. Lo cual plantea un desafío y un deber a las organizaciones sindicales consolidadas de la región, y ese desafío es colaborar regionalmente con los procesos constitutivos de las identidades populares trabajadoras mediante la auto-organización sindical. La colaboración consiste en lograr que los trabajadores tengan poder real mediante organizaciones sindicales; estimular la participación de los sindicatos en las decisiones políticas del país en relación con la distribución de los recursos; impulsar la efectivización de Convenios Colectivos de Trabajo; y promover el trabajo decente”. “¿Pueden instituirse leyes? ¿No son las leyes laborales instituidas al margen de los procesos políticos generados por las demandas de trabajadores organizados, leyes fantasmas? La existencia en la región de tratas de personas, trabajo infantil, trabajo forzoso, falta de libertad sindical, inexistencia de negociación colectiva, aun en contextos democráticos con códigos laborales y leyes que cumplen con las normas mínimas de la OIT, demuestran que sí lo son. Por consiguiente, aun donde el sindicalismo y las leyes laborales existan, relaciones sociales-laborales injustas, la identidad del trabajador no está aún constituida lo suficiente como para reclamar públicamente su cumplimiento. Esto hace a la necesidad de una organización sindical en red donde las ventajas de unos se conviertan en ventajas para los otros, tal y como refiere Rawls en la Teoría de la Justicia (1991), de lo contrario los bienes sociales de unos, adquiridos legalmente, no serán legítimos si no los convierte en ventajas para los que menos tienen”.
Los trabajadores se enfrentan al descarte. Sin patrones que los emplean de manera directa o tradicional del siglo XX. De allí que los movimientos populares y los sindicatos tradicionales impulsaron el “honoris causa” y saben que tienen en el Papa Francisco su voz en la mesa chica de la gobernanza mundial. Mientras que para América Latina Jorge Bergoglio incorporó a la mujer que considera “al trabajo un derecho, no solo como medio económico de subsistencia. Es también, y principalmente, la vía por la cual el ser humano puede: manifestarse como tal, expresar su capacidad y su creatividad, y constituir su identidad en relación con otros, con la naturaleza, y con su creador”.