A mediados de agosto 2020, el acceso a la compra de divisas por parte de los argentinos, y su contrapartida, el agotamiento progresivo de las reservas del Banco Central, vuelven a estar en el foco de la discusión económica. Es que, a pesar de las medidas restrictivas impuestas a la demanda de dólares, no se ha logrado revertir la tendencia de pérdida progresiva de reservas. Aunque la negociación exitosa de la deuda, ha brindado mayor capacidad de maniobra en el corto plazo

Sin embargo, a lo anterior se suma la alerta de sequía en el campo, que compromete fuertemente las posibilidades de recuperación post-pandemia que puede brindar el sector a través de la generación genuina de dólares, mediante un mayor volumen de exportaciones. En ese sentido, los últimos tres meses han socavado las perspectivas de una cosecha record para el trigo.

El informe que acompaña esta nota, presenta una serie de cimientos conceptuales para entender la importancia de la agricultura en la economía en general, y de Argentina, en particular. El sector agrario de una nación contribuye al proceso de desarrollo económico a través de 5 vías distintas de influencia:

  1. Como sustento de materias primas para los demás sectores de la economía.
  2. Aportando factores productivos del propio sector agrario a los demás sectores. Trabajo, capital y recursos naturales.
  3. Contribuyendo más efectivamente a la disminución de la pobreza que cualquier otro sector.
  4. Como fuente de mercado interno para la producción industrial y de servicios.
  5. Constituyéndose el sector agroexportador como fuente de divisas.

Además, el informe no elude la discusión de política económica para el sector. Existe una vasta experiencia global enseña la importancia y la necesidad de políticas públicas sectoriales para impulsar el desarrollo económico y social de una nación. De hecho, en todos los países desarrollados siempre se le ha otorgado un lugar prioritario a este tipo de políticas. Por su parte, los países en vías de desarrollo que mejor desempeño han mostrado en los últimos 40 años, basaron su modelo de desarrollo en políticas públicas orientadas a los sectores agroexportadores.

En contraste, las naciones que fundamentaron sus políticas económicas en modelos sustitutivos de las importaciones, restringiendo el comercio exterior, desalentando la producción primaria, y sin políticas a nivel sectorial congruentes con objetivos de largo plazo; han mostrado un pobre desempeño en cuanto a crecimiento económico y disminución de la pobreza se refiere.

Una lección válida para todas las políticas sectoriales, y no solamente las relativas a la agricultura, es que, la repercusión global de la política macroeconómica afecta significativamente a los incentivos y respuestas de todos los segmentos de la actividad económica. La planificación hacia el desarrollo económico y social requiere una unificación de objetivos tanto desde la perspectiva macroeconómica como desde la perspectiva micro.

Hasta no hace mucho tiempo, no estaba en discusión las formas de alcanzar el crecimiento y desarrollo económico. La situación actual de la biosfera invita (y obliga) a cambiar (y reinventarnos). Actualmente, se estima que el planeta alberga 7,6 mil millones de personas y -se prevé- que la población alcance los 9.800 millones de personas para 2050. La presión sobre los recursos naturales es excesiva y cada vez mayor. En el informe, también se muestra que los aumentos necesarios en la productividad agrícola para sostener nuestros patrones de consumo ya no pueden lograrse a expensas del medio ambiente, como ha sido el caso en los últimos 50 años.

Las implicaciones de una mayor intensificación de la producción agrícola, ganadera y acuícola son preocupantes. Existe la posibilidad de que esto cause un daño grande y generalizado a los ecosistemas y la salud humana. El desafío que nos espera (no por mucho tiempo) es desarrollar un enfoque sostenible pero altamente productivo para la agricultura. La tierra, los suelos saludables, el agua y los recursos fitogenéticos son insumos vitales para la producción de alimentos, y su creciente escasez en muchas partes del mundo hace que sea imperativo usarlos y administrarlos de manera sostenible.